Mi vecino cría gallos de pelea, lo hace por dinero y porque le gusta. El criador debe lavar y masajear los músculos del bicho a diario. A lo largo de nuestra calle el hombre corre y el pollo lo sigue para fortalecer los muslos. No sé exactamente que le cuenta, pero el dueño se estira a veces en el suelo junto a la jaula y le habla al púgil muy flojito. Esto se repite con cada animal que lleva a luchar, porque aunque este gane la pelea, las heridas serán tales que se deberá retirar del ring camino de la cazuela. Los defensores de las peleas dirán que para los gallos es una vida digna, que el animal muere peleando después de ser tratado como un Rey, que tiene una vida mucho mejor que los tristes pollos de matadero. Los defensores de los animales dirán que es cruel y soltarán mil improperios parecidos. Vaya, igualito que con los Toros…